jueves, 14 de marzo de 2013

Reformados siempre en reforma



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(texto tomado de focoreformado.bligoo.cil)
En el último encuentro distrital de la Quinta Región reflexionamos sobre el lema “Iglesia Reformada Siempre Reformándose”.  Las ponencias abarcaron sobre la renovación personal y espiritual en base a Romanos 12.2, el planteamiento de estar conformándose y/o deformándose como iglesia en base al libro de Nehemías, y también el origen y aplicación correcta del lema Iglesia reformada siempre reformándose. Comparto con ustedes la ponencia que me correspondió sobre el origen y aplicación del lema que nos convocó. El teólogo reformado Michael Horton desarrolla este tema en el link:http://www.ligonier.org/learn/articl/semper-reformanda/
En estos tiempos escuchamos en los círculos protestantes, ya sea de la línea conservadora o liberal, la famosa frase "Reformado  siempre reformándose", o tal vez "siempre reformándose." En nuestra IPNA también la balbuceamos. Se escucha de personas que quieren que la iglesia reformada sea más abierta, yendo más allá de la fe y la práctica que  ha confesado en los estándares doctrinales como la Confesión de Fe y catecismos de Westminster. Incluso en círculos reformados, en los últimos tiempos, han surgido varios movimientos que cuestionan estos estándares de Fe y dicen, ¿Cómo puede que las confesiones y catecismos escritos en los siglos XVI y XVII, sean guía de nuestra doctrina,  vida, y  culto en el siglo XXI? Protestantes liberales invocan con frecuencia esta frase para justificar su cautiverio con el espíritu de la época contemporánea, pero algunos protestantes conservadores también la usan para fomentar una definición más amplia de lo que significa ser reformado.
Pero ¿de dónde proviene la frase “Iglesia reformada siempre reformándose”? Su primera aparición fue en 1674, en las devociones de Jodocus van Lodenstein, un holandés importante en el pietismo reformado, movimiento conocido como la segunda reforma holandesa. Planteaba en su escrito algo así como, “la Reforma reformó la doctrina de la Iglesia”. Pero planteaba que  era más necesario estar reformando siempre las vidas y las prácticas del pueblo de Dios.
Van Lodenstein, no solamente estaba comprometido con la enseñanza de la confesión reformada y el catecismo, sino que también quería ver que la enseñanza se aplicará más a fondo y se entendiera mejor. Su frase quedaría como: "La iglesia es reformada, y siempre [en necesidad de] ser reformada, según la Palabra de Dios." El verbo es pasivo: la Iglesia no está "siempre  reformándose", sino está "siempre siendo reformada" por el Espíritu de Dios a través de la Palabra. Aunque los reformadores mismos no utilizaron este lema, sin duda refleja lo que estaban haciendo, es decir, reformando la iglesia.
Cada cláusula es crucial. En primer lugar, la Iglesia es Reformada, y esto debe ser escrito con mayúscula "R". Los credos ecuménicos confiesan la fe que todos compartimos a través de una multitud de culturas y épocas. Del mismo modo, las estándares reformados (como la Confesión de Fe y Catecismos de Westminster) resumen lo que los cristianos reformados creemos que es la clara enseñanza de la Palabra de Dios. Las iglesias como instituciones siempre van a cambiar en forma significativa en función de su tiempo y lugar, pero estas normas o símbolos confesionales sobre  Jesucristo son resúmenes fieles de "la fe una vez dada a los santos".
Nuestros antepasados, que invocaron esta frase tenían en mente la consolidación de la cristiandad universal y evangélica encarnada en las confesiones y catecismos reformados. Hay una razón por la que esta sección de la Reforma se llamó "reformada". A diferencia de los anabaptistas, las iglesias reformadas entendían que eran como una rama permanente de la Iglesia Católica. Al mismo tiempo, la Reforma quería reformar todo,  “de acuerdo a la Palabra de Dios.” No sólo la doctrina, sino también la adoración y la vida debe ser determinada por la Escritura y no por el capricho humano o la creatividad del hombre, ni las modas del momento.
Curiosamente, es una teóloga presbiteriana de largo recorrido, Anna Case-Winters, que llama la atención al  mal uso de nuestro lema “Iglesia reformada siempre reformándose".  Anna Winters dice que "en el contexto del siglo 16 el impulso que se refleja no era ni liberal ni conservador, sino radical, en el sentido de volver a la raíz." (Palabra de Dios) Esto se reflejó en el grito de guerra, “Sola Scriptura”. La Reforma no tenía ningún interés en el "cambio" como un fin en sí mismo. Como Calvino argumentó en su libro "La necesidad de reformar la Iglesia", los reformadores fueron acusados de innovación, cuando en realidad habían claras distorsiones  de la iglesia medieval respecto de la fe cristiana y del culto que requería una pronta recuperación de los principios apostólicos. Roma pretendía ser "siempre la misma," pero había acumulado una serie de doctrinas y prácticas que eran desconocidos para la antigua iglesia, y más aun para las Sagradas Escrituras.
La Iglesia es "siempre reformada, de acuerdo a la Palabra de Dios." Esto significa que una reforma es simplemente una reforma para buscar una mejor claridad y aplicación bíblica. Se puede decir, entonces que todos los que basan sus creencias en la Biblia, son por lo tanto "reformado", independientemente de si sus interpretaciones son consistentes con la confesión común de las iglesias reformadas. Sin duda hay muchas creencias y prácticas que los creyentes reformados marcan gran diferencia con otras expresiones cristianas. Lo cierto es que siempre debe permanecer abierto a la corrección de nuestros hermanos y hermanas de otras iglesias que han interpretado la Biblia de manera diferente, pero siguiendo una sana exégesis.
Sin embargo, las iglesias reformadas pertenecen a una tradición cristiana en particular con sus propias definiciones de su fe y práctica. Creemos que nuestras confesiones y catecismos representan fielmente el sistema de doctrina que se encuentra en la Sagrada Escritura. Creemos que una reforma no es sólo para ser bíblica, que ser bíblico es ser reformado. Es tan importante la expresión "reformada" como lo es la frase “de acuerdo a la Palabra de Dios”, que lamentablemente muchos liberales la omiten a menudo. También hay que observar que lo correcto no es decir “siempre reformada”, sino más bien "siempre en proceso de reforma", o “siempre siendo reformada”. Con esta observación, la iglesia se ve como un órgano activo, que está siempre revisando su doctrina, el culto y la disciplina a la luz de los principios bíblicos. Mientras que el progresismo se convierte en un fin en sí mismo, la iglesia se convierte en un espejo del mundo.
Pero sin embargo, debemos recordar que las iglesias reformadas siempre deben tener cuidado de no olvidar que sus normas doctrinales, estructurales, y de culto están subordinados a la Palabra de Dios antes que a las modas o corrientes del momento. La iglesia de Cristo fue reformada por la Palabra de Dios en la Reforma y en la era posterior a la Reforma. Fue traída de vuelta a la Palabra de Dios y el fruto de esa gran obra del Espíritu, nos sigue guiando a  través de los estándares de la fe reformada. Y, sin embargo la iglesia no sólo es reformada, sino que siempre se verá en la necesidad de ser reformada. Al igual que nuestra santificación personal, que es imperfecta, siempre necesita renovarse. No necesitamos ir más allá de los logros de la Reforma Protestante, pero permanentemente estaremos necesitados de una reforma de acuerdo a la Palabra de Dios.
No es porque la cultura siempre está cambiando y que tengamos que estar de acuerdo con los tiempos, sino porque estamos siempre en la necesidad de volver a ser orientados por la Palabra que está por encima de nosotros, individual y colectivamente en todos los tiempos. La iglesia no puede estar quieta, siempre debe ser una iglesia escuchando la Palabra que renueva. "La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Cristo" (Romanos 10:17). Personal y corporativamente, la Iglesia nace y se mantiene viva por el oír el Evangelio. La Iglesia siempre debe ser  receptora de los dones de Dios, y de su corrección. El Espíritu Santo no nos aparta de la Palabra, sino más bien nos dirige de nuevo a Cristo, así como se revela en las Escrituras. Tenemos la obligación de volver siempre nuestros oídos a la voz de nuestro Pastor, quien sostiene a la Iglesia y quien la renueva, así como el Apóstol Pablo nos exhorta en Romanos 12.2, a “renovar nuestra manera de pensar prestando atención a la voluntad de Dios, que es su Palabra”
En esta perspectiva no podemos hacer la tradición infalible, y tampoco pensar en comenzar de cero en cada generación. Cuando la Palabra de Dios es la fuente de nuestras vidas, nuestra lealtad última no es el pasado, como tal, o el presente o el futuro, sino nuestra lealtad debe ser siempre a la Palabra sobre todo poder terrenal. Ni detrás de nosotros, ni delante de nosotros, pero por encima de nosotros, nuestro Señor reina soberanamente sobre su Iglesia en todos los tiempos y lugares. Cuando invocamos la frase completa de nuestros antepasados reformados " Iglesia Reformada siempre siendo reformada de acuerdo a la Palabra de Dios", estamos confesando que pertenecemos a la Iglesia que siempre es sustentada y renovado por la Palabra de Dios en lugar del espíritu de la época. Coram Deo

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